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El grupo de mujeres de Mahad toma la iniciativa contra la violencia de género

Fecha: 1 de diciembre de 2020

Según el director del campamento, el campamento de desplazados internos de Mahad es una zona muy congestionada y densamente poblada que alberga a más de 12.000 desplazados internos. Ubicado cerca de Konyo-Konyo, el mercado callejero más grande de Yuba, el movimiento y la densidad de población en el campamento son un factor alarmante que puede contribuir negativamente a los esfuerzos de prevención de COVID-19. Según las conversaciones mantenidas con los líderes de la comunidad, las mujeres y las niñas se han vuelto más vulnerables a la violencia de género desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, lo que exacerba las desigualdades estructurales ya existentes en la comunidad. Según los miembros de la comunidad, ha habido un aumento de los matrimonios infantiles, precoces y forzados, así como de los embarazos infantiles en la zona. 

Cuando el PN llegó por primera vez a Mahad, se observó que las mujeres se reunían dentro de sus propios grupos étnicos, principalmente anyuak, dinka y murle, los grupos étnicos mayoritarios en la composición de los campamentos. Esas mujeres se reunían cuando surgían cuestiones sociales, entre ellas, funerales y bodas, o para resolver desacuerdos que involucraban a miembros de su propio grupo étnico. Anteriormente se habían hecho intentos para formar una Unión General de Mujeres con mujeres que representaran a los diferentes grupos étnicos del campamento, sin embargo, después de malentendidos debido a las diferencias tribales y a la falta de estructura y coordinación de liderazgo entre las mujeres, el grupo dejó de reunirse. 

Debido a los compromisos comunitarios habituales en Mahad, las mujeres del campamento tomaron la iniciativa y se acercaron a NP en busca de apoyo para crear una plataforma entre mujeres donde pudieran discutir temas de protección y donde pudieran ayudar a fomentar la paz entre las distintas tribus. Trabajando con los diferentes grupos de mujeres ya existentes de las comunidades Anyuak, Dink y Murle, NP sugirió que las mujeres eligieran representantes de cada una de esas comunidades para que estuvieran representadas en un grupo paraguas de mujeres, donde se reunirían para discutir temas de protección y esfuerzos para fortalecer la relación comunitaria entre las diferentes líneas étnicas. Estas mujeres también serían representantes comunitarias fundamentales para compartir información y realizar actividades de divulgación para el resto de la población del campamento. 

Desde el primer contacto con el grupo de mujeres que se acaba de formar, NP había hecho hincapié en el marco temporal del proyecto y en la importancia de la continuidad independiente de las operaciones del grupo para abordar las cuestiones de protección de forma independiente. Por ello, NP centró sus esfuerzos y su compromiso con el grupo en una serie de actividades de desarrollo de capacidades y de sensibilización sobre las cuestiones de protección existentes relacionadas con la protección de las mujeres y los niños, y llevó a cabo cursos de formación sobre la integración de la protección y sobre la cohesión social, para fortalecer la relación de la comunidad con el grupo de mujeres. 

“Hasta ahora he sentido muchos cambios en mi vida, la forma en que interactúo con la gente ahora es diferente en comparación con aquellos días antes de asistir a todos los entrenamientos. Puedo sentir el amor y la paz mental ahora de las mujeres y la comunidad, ahora he olvidado esos dolores”, dijo un miembro del grupo de mujeres paraguas.

Tras las actividades de desarrollo de capacidades con el grupo de mujeres coordinador, NP apoyó a las mujeres para que pudieran empezar a realizar actividades independientes, entre ellas patrullas, actividades de sensibilización y de incorporación de la protección en la prestación de servicios humanitarios multisectoriales. Se organizaron reuniones de tutoría antes de cualquiera de esas actividades en un esfuerzo por aumentar la coordinación y atender cualquier pregunta que pudieran tener los grupos. Por ejemplo, al realizar patrullas, se recomendó al grupo que siempre se reuniera con los líderes y explicara sus propósitos, y que fuera transparente y aumentara su responsabilidad hacia su propia población. Esas actividades fortalecen las relaciones en la comunidad y ayudan al grupo de mujeres a ser reconocido por los líderes de la comunidad y a abrir el diálogo sobre algunas de sus preocupaciones, como la falta de inclusión de grupos étnicos minoritarios en las sesiones de registro para la prestación de servicios humanitarios. NP también estuvo presente durante esas actividades iniciales para seguir capacitando al grupo de mujeres, abordar cualquier deficiencia en materia de protección y brindar apoyo para responder a las preguntas técnicas que se plantearon. Después de esas sesiones, las mujeres se reunían y analizaban los resultados de las actividades, lo que ayudó a plantear desafíos y éxitos en el grupo. 

Según una integrante del grupo de mujeres paraguas, la tutoría que le brindó NP la ayudó a ella y a la otra integrante del grupo de mujeres paraguas a responder a las preocupaciones de protección de otras mujeres de su comunidad. 

“Ahora incluso asesoro a algunas mujeres que enfrentan violencia doméstica en sus hogares. Realmente agradezco a NP y a las otras organizaciones que también nos capacitaron porque las capacitaciones pueden cambiar la vida de las comunidades”. 

NP planea seguir colaborando con el grupo paraguas de mujeres que ahora está desarrollando un plan de acción para seguir impulsando sus actividades e iniciativas independientes contra la violencia de género y otros problemas de protección que afectan a las mujeres en Mahad, y vincularlas con el liderazgo de la comunidad local y las agencias humanitarias. 

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El trabajo de Nonviolent Peaceforce en el campo de desplazados internos de Mahad, en Juba, Sudán del Sur, es posible gracias al apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID)

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